Un buen libro es aquel que te induce a quitarle horas al sueño para leer.
Desde ese punto de vista, Good Omens, de Terry Pratchett y Neil Gaiman es un excelente libro.
El libro narra los últimos días: el Apocalipsis.
Está, por supuesto, el detalle de que Aziraphale y Crowley (curiosamente, el ángel de la espada flamígera y la serpiente que tentó a Eva, respectivamente), más camaradas que adversarios a estas alturas, deciden que el mundo les gusta, y que sería una pena que llegara a su fin.
A eso se le suma el Anticristo, erróneamente cambiado al nacer, y que creció en el seno de una familia normal; los descendientes de Agnes Nutter, una bruja que escondió un barril de pólvora y una bolsa de clavos bajo su falda cuando la llevaron a la hoguera; una orden de cazadores de brujas que está bajo la paga tanto de los agentes del cielo como de los del infierno, una medium que oficia de mistress los jueves en la tarde y una serie de otros personajes, humanos y angélicos, caídos o no.
Además de eso tenemos el humor y las reflexiones de Pratchett, que me encantan, atemperadas por la cosa dark y un humor más oscuro de Neil Gaiman.
No es de extrañar que compita por el título subjetivo de el mejor libro a los ojos de Mugsy.
Es para reírse a gritos (literalmente, en ocasiones, a las 2 AM) y además está lleno de cosas más finas: alusiones literarias convertidas en situaciones interesantes del absurdo, como el Kraken de Tennyson contra el ballenero japonés, por ejemplo.
El placer de la relectura funciona particularmente bien en un libro tan lleno de detalles, referencias y asociaciones más finas, como es este.
Uno de los buenos libros que he leído, casi para estar de acuerdo con Mugsy.
Me dieron ganas de releer William Blake.
Armando Porter
julio 23, 2013 — 10:59 pm
Si juntáramos El libro de la selva con las historias de fantasmas saldría El libro del cementerio. Como homenaje a la obra de Rudyard Kipling que es, encontramos muchas similitudes con el clásico en conceptos de personajes y de situaciones tales como la adopción y la convivencia en un entorno totalmente ajeno a la naturaleza humana, aunque ambas obras sean sustancialmente distintas. Esta historia nos cuenta la vida de Nadie Owens (Nobody Owens en el original), llamado así por sus progenitores, un niño criado desde bebé en el antiguo cementerio de una ciudad inglesa. La familia del niño fue asesinada hace muchos años cuando él aún dormía en la cuna, por un hombre llamado Jack y del que apenas tenemos información. En la fátidica noche en que ocurrió esto, el bebé fue a parar al viejo cementerio por su propio pie, donde una pareja de fantasmas victorianos (los Owens), se hicieron cargo de él, engañando junto a Silas (el guardián del cementerio) al hombre de negro que asesinó a la familia de Nadie. Pero el tiempo transcurre y los hombres malos no olvidan. Esta es la premisa inicial, y en un principio choca que un libro juvenil tenga un comienzo tan brutal e impactante, dándonos ya un ejemplo del tono de la novela, de muerte y melancolía, incluso macabro, no por nada todo está ambientado en un cementerio poblado por fantasmas y gente fallecida hace tanto tiempo.
Jacob Rivera
julio 25, 2013 — 4:33 am
Un libro que empieza con la advertencia, Niños no intentéis realizar el Apocalipsis en vuestras casas. Puede resultar peligroso, promete. Ya he comenzado a leerlo y es muy, muy divertido.